domingo, 9 de febrero de 2014

Ritmos y patrones repentinos

Siempre supe que eramos una familia rara. Para empezar, estaba yo: muy alto, muy flaco, muy pelirrojo. Mi mamá era linda, pero diferente a las otras mamás, tenía algo sólido, algo rectangular y poco sentimental. 


Papá era más normal, siempre tenía tiempo disponible. Después de dejar de enseñar en la universidad, a los 50 años, estaba eternamente disponible para charlar o para dejarme ganar en ping-pong. Estaba el hermano de mamá, el tío Desmond, quien siempre está impecablemente vestido y pasando el día siendo, pues, el tío Desmond. Era el hombre más encantador y menos astuto que pudieras conocer. Tenía la mente en otras cosas, aunque nunca averiguamos qué eran. Y, finalmente, estaba Catherine (Katie, Kit-Kat), mi hermana. En una casa de sacos y peinados rectos había una... ¿Cómo la describo? Una cosa de la naturaleza. Con sus ojos de duende, sus camisetas púrpura y sus pies siempre descalzos. Era entonces, y aún es, para mí, la cosa más maravillosa del mundo.
Tuve una buena infancia. Llena de ritmos y patrones repentinos. Cuando tenía 21 años, todavía merendábamos en la playa a diario. Tirábamos piedras y comíamos sándwiches, verano e invierno, sin importar el clima. Y los viernes por la noche, una película... sin importar el clima.


Extracto de la película "About Time". 

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